Ejercicio de un hombre común
DirÃas que va más allá del entendimiento de la gente –que llamas común– el apartarte de ti mismo. Pero te digo que si esto se consuma serÃa un acto de abstracción total para al fin de cuentas regresar a ti –aunque quién sabe en qué nueva forma–; no hay manera de que evadas lo natural: tu existencia. Cae todo en la dificultad de ser, en este caso tú, un algo producido por la naturaleza. La naturaleza, dador de todas las formas y colores, te ha nombrado y bautizado, porque los nombres conocidos y no, siguen siendo una creación indirecta de la naturaleza; es decir, se originan desde la esencia de lo natural, y sin embargo, es recogido este nombre azaroso por una persona: tu madre o padre o el que haya puesto el nombre que llevas. Bueno, en ese momento en el que te han impuesto un nombre, empieza la memoria, tú. Porque ya siempre, incluso, durante tu gestación (si es que tienes la capacidad y el don de recordar aquello), cuando recuerdes cualquier instante, irá ese recuerdo asociado con el nombre que te fue dado: tu eres tú desde antes de ti. ¿Ves?, eres natural y socialmente alguien aun cuando eras nada más que una bolita de carne. Y sÃ, no hay más. Negarte serÃa una contradicción a lo natural, vendrÃa a ser una acción un tanto ingenua si lo prefieres. –TendrÃas que negar a toda tu ascendencia de igual manera, que no se te olvide eso–. Pero ¿por qué me ves con esos ojos llenos de tristeza e ira? Comprendo. No fui del todo convincente. Quieres más, no estás del todo satisfecho con ese argumento. Está bien: negar tu memoria, es negar tu identidad y pregunto: ¿te niegas? ¿Niegas que algún dÃa fuiste niño? ¿Niegas tus amores de la juventud? ¿Niegas cuando te atragantaste con un pedazo de bistec y tu padre tuvo que hacer de rescatista para evitar verte morir de una asfixia patética? ¿Niegas tu primera erección y en ella el descubrimiento de un nuevo mundo de sensaciones plenas? ¿Niegas la más mÃnima acción de tu pasado? Sabes que es imposible. Además, si fueras un ninguno o una nada, no habrÃa razón para estar aquÃ, en esta situación, ¿no crees? Es sentido común. Quieras o no, eres alguien. En todo caso lo que buscas hacer es terminar con lo que eres. Te pregunto: ¿no te gusta lo que eres? No, ¿verdad? Pero vamos, ¿qué eres? ¿Quién te crees tan importante como para pensar que le harÃas un favor al mundo, a la naturaleza y a ti mismo, con largarte de la manera que quieres hacerlo de este mundo? ¿Who cares, my friend? Por eso te repito –y ya esto me está cansando de ti y tus manÃas– que no hay razón para que en este momento estés, dubitativo, de pie, y la pistola metida en tu boca con intención de disparate frente a este espejo. Después de todo, el que tanto lo piensa es porque en realidad no quiere hacerlo. Asà que será mejor que regresemos a la mesa; el café se enfrÃa rápidamente.