Viernes negro en Paris
Los conocedores tienen razón, la mesa de Cezanne es grotesca
Y la canasta con fruta no podrÃa sostenerse en su esquina.
El rojo, el azul, los colores del perro y los caballos de Gauguin
parecen tintes con los que tiñen el cabello en los salones de belleza.
Los excesos de Van Gogh no tienen lÃmite.
PodrÃan ser kitsch, pero en cada una de sus telas
Hay un principio que se extiende y aleja sin fin alguno.
Lo usual en los museos contemporáneos
Son los controles de seguridad, sus arcos,
La revisión de los bolsos que muestran al guardia
un plátano roatán y botanas para el lunch del admirador
de las obras maestras.
También deben hacerse colas ordenadas,
incluso para sus escasos y malolientes baños.
ParÃs sigue siendo la ciudad más bella
Su cielo el más transparente y luminoso
Se camina por sus paseos como en un jardÃn.
No obstante, según las cifras oficiales,
Muchas más de un centenar de personas estallaron esta noche
Se hundieron para siempre
Bajo su ejemplar y generosa superficie.